Soy ciclista y padre primerizo por partida doble. ¿Cómo lo llevo? ¡Ya estoy pensando en las próximas rutas en bici que haré con mis niños!
Escribo estas líneas mientras sostengo un bebé de apenas días dormido en mi regazo… y su también recién nacido hermano parece observarme desde el sofá cercano. Sí, efectivamente, he sido padre y por partida doble. Dos mellizos, sanos, guapos (sí, vale, se me cae la baba con ellos… ) y deseados que han llegado para darle una vuelta de 360 grados a nuestras vidas.
Un ‘cambio de ritmo’ radical que, no por ser esperado, deja de ser complicado de asimilar. Como el hecho de que la bicicleta ha pasado a ocupar un segundo (o tercer, o cuarto… ) plano en mi existencia… al menos de forma pasajera.
Ya me lo advertían, siempre con cierta sorna y cachondeo, amigos y padres ciclistas experimentados de mi entorno durante los meses previos al nacimiento, con expresiones del tipo “Olvídate de la bici durante al menos un año”; “Aprovecha ahora a pedalear porque pronto se te va acabar el chollo”; “Tira los bidones y compra biberones” y otras perlas de este estilo. Nada como las amistades para dar ánimos en estos casos, ¿verdad?
Pero yo no me resigno a dejar las dos ruedas y, como todo en la vida, me gusta ver el vaso siempre medio lleno. Porque, si bien es cierto que estas primeras semanas son de lógica adaptación a los enanos, creo que antes de lo esperado podré volver a subirme a la flaca ¡aunque sea para darme un paseo de apenas dos horas… que ya es mucho! Llamadme iluso… pero no lo veo tan complicado: conociendo más o menos los horarios de comidas y sueño de Marcos y Lucas, sus momentos de rabietas a lo largo del día, y organizándome con su madre… atisbo un horizonte de breves salidas semanales con la bici, al menos para quitarme el mono, al mismo tiempo que su madre podrá disfrutar de un tiempo de running o gimnasio como hacía hasta poco antes de dar a luz. Si conseguimos recuperar esa parcela de actividad física para cada uno, será como ganar el maillot de puntos rojos del Tour.
Otra cosa son las tiradas largas o la asistencia a marchas cicloturistas, que tendrán que esperar seguramente unos cuantos meses más (sobre todo por el hecho de recuperar la forma que nunca tuve… ), así como la posibilidad de salir a pedalear, padre y madre juntos, tal y como hacíamos antes de serlo. Pero el mero hecho de pensar en el momento que podamos llevar a los mellizos con nosotros, cada uno en su silla, dentro de poco menos de un año, o ese instante en que les compremos su primera bicicleta y les enseñemos a montar, borra de un plumazo mi ansiedad por salir a entrenar casi a diario como hacía antes, mantener la bicicleta limpia cada semana, o devorar todas las revistas especializadas que caen en mis manos. Es simple, ahora las prioridades son otras… y apenas levantan un palmo de la cuna.
La bicicleta siempre estará ahí, y tanto su madre como yo intentaremos inculcarles a Marcos y Lucas la pasión que nosotros sentimos por este deporte, para nosotros el más bonito del mundo. Si lo conseguimos, seguro que disfrutaremos de grandes momentos pedaleando en familia que nunca olvidaremos. Así lo hizo mi padre conmigo, y le estaré eternamente agradecido.
Autor: Víctor Marcos, Comunicación y RRSS Bikefriendly